Jorge Besteiro empezó por su cuenta hace 32 años vendiendo insumos para la industria de la construcción. Hoy, su hijo Sebastián tomó las riendas de la compañía y la hizo crecer aún más. El difícil desafío del traspaso generacional.
Jorge y Sebasián Besteiro son los dueños de Bestchem, una empresa química que comercializa adhesivos y siliconas para la industria y la construcción. Su principal mercado son las curtain walls, los ventanales de edificios todos vidriados.
Pero más allá de su actividad económica específica, Bestchem es un ejemplo de cómo lograr una transición generacional ordenada en una empresa familiar que empezó siendo un “emprendimiento de garage”.
Jorge la fundó en 1985. Hace una década, su hijo Sebastián se hizo cargo de la operatoria y el liderazgo de la compañía, y Jorge mantiene un rol de apoyo mientras se desempeña como “gerente de felicidad” –así se autodenomina–, escuchando a la gente que trabaja en la empresa. “Me especializo en la parte humana, lo que hace que subsista el negocio”, explica Jorge, que se capacitó en coaching ontológico y programación neurolingüística.
“En un barco, no puede haber dos capitanes –dice Jorge al explicar cómo se dio el cambio de mando–. Trato de tener madurez y darme cuenta de que hay una persona que puede hacer las cosas mejor que yo. Al principio fue difícil, pero lo más duro ya pasó. Veo colegas de mi edad que no pueden largar la manija y terminan solos. Por eso, mis opiniones son solo consultivas. Hacer crecer la empresa o fundirla es un tema de Sebastián.
La segunda generación
Bestchem es una empresa proveedora de insumos para la construcción: principalmente, provee lo que respecta a fachada y ventanería. “Vendemos los elementos necesarios para la construcción del doble vidriado hermético: desde los perfiles con las sales disecantes que van insertas, los selladores de primera y segunda barrera, hasta la línea de maquinarias para industrializar el vidrio doble, desde el lavado hasta el techado”, enumera Sebastián.
Sus clientes son vidrieros, carpinteros de aluminio y PVC, marmoleros, parabriseros, ferreteros y empresas de la industria del frío. Los productos son importados y algunos los venden con la marca propia y otros con la de General Electric, firma a la que representan en el país desde hace 20 años.
La idea surgió en 1981. Jorge había trabajado 12 años en una empresa norteamericana del rubro y, cansado de la relación de dependencia, decidió lanzarse por su cuenta. Empezó solo, distribuyendo adhesivos y siliconas (la marca principal de la empresa se llama Adhesil y vende estos materiales).
En 1985, se constituyó formalmente la pyme, con una inversión inicial de u$s 5.000. “Fue un gran esfuerzo, ya que en ese entonces tenía dos hijos en edad escolar y mi capital era el crédito que había conseguido con los proveedores”, recuerda Jorge. Durante la primera etapa, tuvo 12 empleados. En los últimos años, Bestchem dio un salto exponencial y llegó a 50, divididos entre Administración, Ventas y Producción, y el plan es duplicar la cantidad de empleados en cinco años. También construyó un nuevo edificio.
Sebastián trabaja en la empresa desde los 18 años. El cambio de mando se dio de manera natural. “Me fui haciendo cargo de distintas unidades, hasta que un día terminé manejando lo más importante de la empresa. Hace muchos años que tomo las decisiones”, señala.
Aunque reconocen que al principio no fue tan fácil, todos los roles están claros: “Un fundador hace todo en función del futuro de su familia. Llevo 50 años en el rubro y es una suerte tener alguien que quiere, puede y sabe. Un hijo debe tener no solo ganas, sino la preparación para asumir el cargo, aprendiendo de a poco el oficio”, dice Jorge, y agrega: “Todo tiene un ciclo en la vida. Lo mejor es saber que podés dejar esto en manos de alguien en que confiás”.
¿El futuro?
Ambos, padre e hijo visualizan un futuro ideal para el segmento, fundamentalmente porque sus productos están asociados a un concepto sobre el que cada vez hay más conciencia y difusión: el ahorro energético y el cuidado del medioambiente. Por ejemplo, un buen sellado de ventanas genera este ahorro. Esto se complementa con una alta expectativa sobre el sector para los próximos años.
Internamente, ellos están convencidos de que su constante búsqueda de productos nuevos y el buen clima de trabajo en la compañía harán el resto. “Viajamos mucho al exterior, somos muy inquietos y buscamos nuevos desafíos. Tratamos de estar en contacto con proveedores y de juntarnos con colegas que hacen lo mismo que nosotros en otros países. Siempre hay algo para mejorar o desarrollar. El desafío es administrarlo y plasmarlo en mercado local”, explica Sebastián. “Tenemos el prestigio de conservar siempre la misma calidad y cumplir con la palabra a la hora de dar servicio: entregas en 24 horas, sin faltantes de stock, servicio técnico especializado, capacitación continua y una oferta compuesta por 200 productos”, comenta al respecto Jorge.
Otro punto que ambos consideran clave es que la empresa no tiene deudas y que el consumidor más grande representa apenas el 1% de la facturación. En la actualidad, la firma tiene una cartera de más de 1000 clientes. “Es decir, no somos rehenes de nadie. Somos una empresa sana y transparente, sin deudas. Estamos desarrollando la estructura comercial y poniendo énfasis en consultoría para apoyar la gerencia de ventas”, concluyen.
Ficha técnica:
Fundación: 1985.
Inversión inicial: u$s 5.000.
Inversión en la nueva planta: u$s 2 millones.
Empleados: 50.
Por Pablo Winokur
Fuente: El Cronista